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Vidas secas

Vidas secas

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Graciliano Ramos nació en 1892, en el interior de Alagoas, y creció en la hacienda de su padre antes de trasladarse a la capital del estado y, más tarde, a Río de Janeiro, donde comenzó a trabajar en la prensa. En 1937 fue arrestado bajo vagas acusaciones de defender ideologías comunistas. Al salir de prisión buscó trabajo como periodista en un periódico de Río de Janeiro. El editor le permitió entonces publicar un texto breve, y Graciliano escribió un cuento llamado “Baleia”, sobre el sufrimiento y la muerte del perro de una familia de inmigrantes del bosque. La historia fue un éxito y el periódico encargó otras del mismo estilo. Graciliano luego produjo una historia para cada miembro de la familia: el padre, la madre y los dos hijos. Así nació Vidas Secas, narrada en tercera persona, con trece capítulos que, al no tener linealidad temporal, pueden leerse desordenados, como cuentos. Publicado originalmente en 1938, Vidas Secas retrata la vida miserable de una familia de inmigrantes rurales obligados a trasladarse de vez en cuando a zonas menos afectadas por la sequía. El padre, Fabiano, camina por el árido paisaje de la caatinga del noreste brasileño con su esposa, Sinha Vitória, y sus dos hijos, que no tienen nombre, siendo llamados sólo “hijo mayor” e “hijo menor”. También les acompaña la perra de la familia, Baleia, cuyo nombre resulta irónico, ya que la falta de comida la ha dejado muy delgada. Vidas Secas pertenece a la segunda fase modernista de la literatura brasileña, conocida como “regionalista” o “novela de los años 30”. Denuncia enérgicamente los males del pueblo brasileño, especialmente la situación de pobreza en el interior del nordeste. Es la novela en la que Graciliano logra la máxima expresión que venía buscando en su prosa: lo que mueve a los personajes es la conexión seca, áspera y cruel, y paradójicamente la telúrica, afectiva, que expone en esos seres en retirada, buscando medios de supervivencia y un futuro.

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