Libro, La libertad de los antiguos comparada con la de los modernos, A 1/15[LS]

En el mundo contemporáneo, la libertad y el ser humano son como gemelos siameses, que emergen y se desarrollan visceralmente conectados entre sí. Se trata de un derecho tan arraigado en la realidad de los Estados democráticos que, muchas veces, como ocurre con el oxígeno, sólo nos damos cuenta de su importancia cuando nos falta. Lo que vemos naturalmente en el umbral del tercer milenio era algo ajeno a la realidad del pueblo francés de finales del siglo XVIII. Se sabía que la Revolución Francesa fue un proceso transformador. Y el reconocimiento de los derechos individuales, con especial énfasis en la libertad, fue uno de los principales legados que dejó. Benjamin Constant era un joven intelectual cuando sucedieron los acontecimientos y conocía, en la práctica, el potencial destructivo del absolutismo. La maduración de sus ideas e ideales le llevó a pronunciar, en 1819, con poco más de cincuenta años y con la condición de hombre público consolidado, el célebre discurso titulado De la liberté des anciens comparée a celle des modernes. Lo que hizo famoso su discurso en la historia del pensamiento político fue su capacidad para demostrar la línea evolutiva de la libertad política y la libertad individual, así como la estricta conexión que mantienen entre ellas. La primera libertad, típica de los antiguos, aseguraba la libre participación de todos los ciudadanos en la determinación de los destinos del Estado. A pesar de contribuir a la formación de la voluntad política, el ciudadano, concebido en su individualidad, no tenía derechos oponibles al Estado, con el que mantenía relaciones de mera sujeción. La segunda libertad es la conocida por los modernos, que no es más que un salvoconducto para la expansión de la personalidad individual, incluido el derecho a influir en la administración del gobierno, y una limitación a las acciones de otros, del Estado o de terceros. fiestas. La libertad individual es la libertad moderna, mientras que la libertad política es su garantía. El peligro de la libertad antigua era la poca atención prestada a los derechos individuales, mientras que el peligro de la libertad moderna es que, absorbidos por los intereses privados, renunciamos al derecho a participar en el poder político. Fuente de referencia para comprender la libertad individual y el carácter instrumental de los derechos de participación política, digna de ser conocida por todos los interesados ​​en la materia, ya sean estudiantes o profesionales del derecho.