Libro, Gueto Interior, O[LS]

Buenos Aires, principios de los años 40. Vicente Rosenberg, que emigró solo de Polonia en 1928, es dueño de una mueblería, está casado y tiene hijos. Le gusta la gran ciudad del sur: frecuenta los cafés, cambia la comida judía por empanadas, lee los periódicos locales, se siente como en casa con el idioma castellano. No practica la religión de sus antepasados. Es un hombre del siglo XX, un habitante satisfecho del Nuevo Mundo. Su madre, sin embargo, permaneció en Varsovia. Y en las esporádicas cartas que logra escribir a su hijo describe su situación, que empeora progresivamente cuando los nazis construyen el infame gueto para aislar a la población judía. Conforme pasa el tiempo, las cartas revelan una situación dramática. Personas asesinadas a tiros a plena luz del día. El sarcasmo asesino de la soldadesca alemana. Hambre, enfermedad y animalización al aire libre. La madre ya no tiene esperanza: el fin de todos está cerca en ese lugar. Es en este punto que Vicente empieza a verse afectado. Él, que hasta entonces recordaba poco de su condición judía, se da cuenta de que, en la época que vive, todo lo que una persona puede ser desaparece cuando se la identifica como judía. Él, que habla varios idiomas y no asiste al templo, siente que todo lo que haga será inútil. Vicente empieza a hablar menos, prefiriendo el silencio, diciendo sólo lo esencial. La culpa (por dejar a su madre en el gueto, por ser judío, por estar vivo mientras masacran a millones de personas) lo carcome desde adentro, reduciendo al joven a una especie de cadáver ambulante. El mutismo progresa y deja desconcertados a familiares, amigos y empleados, incapaces de definir su condición o ayudarlo. Este gesto impactará toda tu vida. Y el futuro de sus descendientes. Con esta novela conmovedora y cautivadora, Amigorena fue finalista de los principales premios literarios de Francia y uno de los mayores éxitos editoriales de los últimos tiempos.