Libro, Getúlio 2 (1930-1945) del gobierno provisional a la dictadura Estado N[LS]

Apoyada en una exhaustiva investigación de colecciones nacionales y extranjeras, que incluyeron documentos públicos y personales, diarios, periódicos, correspondencia, grabaciones y películas de la época, Lira Neto muestra cómo y por qué, para bien o para mal, Getúlio Vargas fue “la mayor figura política” en Brasil en el siglo XX”, en expresión del historiador Boris Fausto. Poco después de asumir el poder federal, en octubre de 1930, Getúlio se encontró ante el complejo desafío de promover su ambiciosa agenda de reformas al mismo tiempo que necesitaba neutralizar, como un paciente jugador de ajedrez, los movimientos de oposición interna y externa al régimen. . Varias facciones políticas descontentas, especialmente los “reaccionarios” de São Paulo, insistieron en cuestionar la autoridad del todopoderoso líder gaucho. Con la Asamblea Constituyente de 1934 - concesión provisional a las apariencias democráticas - y la reelección por elección indirecta de Catete, Getúlio en realidad consolidó su supremacía personal sobre las frágiles instituciones políticas del país. Con su figura regordeta y bonachona, siempre portando un cigarro y vestido con trajes de lino impecablemente limpios, el presidente forjó la imagen inmaculada de “padre de los pobres”. Como un monarca absoluto de los nuevos tiempos, fue la encarnación misma del Poder, difundido masivamente en palabras e imágenes a través de la publicidad oficial. Después del breve interludio democrático, el golpe del Estado Novo en 1937 reinstituyó la dictadura abierta, inspirada por el salazarismo y el fascismo italiano. El giro autoritario, justificado por la necesidad de aplastar la subversión comunista, contó con el apoyo de la jerarquía militar y de la poderosa Acción Integralista Brasileña, de extrema derecha. El experimentado caudillo, sin embargo, optó por prescindir de la organización de masas, lo que en última instancia debilitaría su autoridad personal, y prohibió todos los grupos políticos, incluido el AIB. La frustrada venganza integrista, con el asalto al Palacio de Guanabara en mayo del año siguiente, dio lugar a más represión política, dirigida por el siniestro jefe de policía del Distrito Federal, Filinto Müller. Externamente, el estallido de la Segunda Guerra Mundial marcó el acercamiento de Getúlio con las potencias aliadas y, internamente, el declive del régimen del Estado Novo. Pero la contradicción entre luchar por la democracia en Europa y ejercer un poder dictatorial en Brasil terminaría socavando el apoyo de Getúlio en los cuarteles. En noviembre de 1945, el general Góes Monteiro, su antiguo colaborador, encabezó la rebelión militar que puso fin a los primeros quince años de Getúlio en el Palácio do Catete.