Libro, Siempre es la hora de nuestra muerte. Amén[LS]
Libro, Siempre es la hora de nuestra muerte. Amén[LS]
Descrição
Luego del cautivador “Si Dios me llama no voy”, Mariana retoma su arrebato neurótico, humano y delicioso contando ahora la historia de la septuagenaria Aurora, encontrada inconsciente y descalza al costado del camino y buscando a una tal Camila. . Para ser amnésica, Aurora recuerda muchas cosas: su madre cepillando su cabello hasta que parecía “una peluca electrificada”; de su trágico error religioso, cuando oró siendo niño y dijo “ahora es el momento de nuestra muerte, amén”; los años que enseñó portugués en una escuela rica; de su cobardía ante la dictadura militar: “este país insiste en que tenemos que arriesgar la propia vida, parece olvidar que lo único que tenemos es esta miseria de la vida misma”; de un carnaval en el que intentó perder la virginidad con un joven vestido de bebé; de un mediático que hablaba un portugués impecable, pero que también sabía beber y socializar en un bar de mala muerte y, sobre todo, de las muchas muertes de su hija Camila, alternando siempre con momentos soleados en compañía de su mejor amigo de la infancia: “ Camila siguió siendo mi mejor amiga desde el momento en que miró hacia atrás y preguntó si estaba empapada de ch o x”. ¿Eran reales estos recuerdos o los memorizó de los muchos libros que leyó, protegida, en el interior, de los infinitos peligros que existen en el exterior? Camila, al fin y al cabo, es la hija muerta (que murió por suicidio, por la picadura de un alacrán, por un accidente en la carretera, por ser atropellada por un buey, por comida muy caliente en la cabeza, por hongo de paloma, por una caída). coco, de una voltereta o pirueta entre dos camas) o la bella amiga –“mucho mejor que ser la mujer bella es ser su amiga, de la que nadie se acordará de examinar cómo han envejecido sus muslos o sus rodillas, y que puede acompañar dulcemente a la caminos de decrepitud…” ? ¿Podría una madre, tan obsesionada por la finitud humana y tan aniquilada por la posibilidad de la muerte de su hija ("no se puede coger al pequeño bebé sin sentir los espacios vacíos con los dedos, la debilidad suspira, se lamenta la lentitud geográfica de sus placas…”) ¿recuerdas algo de su vida? Aurora ni siquiera sabe si realmente tuvo un bebé. Se pregunta, al tocarse el vientre, si alguna vez pudo tener un niño dentro, “no tener un hijo es prácticamente asegurarse de la ausencia de tragedias”. Aquí la muerte es temida, repetida, imaginada, exagerada, escudriñada y enumerada de tantas maneras que es casi posible reírse de ella o -creo que Mariana ha logrado esta hazaña- superarla.